- La obsolescencia y la depreciación;

Reconocer la obsolescencia de nuestros métodos de trabajo fue tan solo el primer paso de la reforma.

En cuanto a defensa y seguridad, existen dificultades reales, especialmente la falta de medios logísticos de vigilancia o su obsolescencia.

El mantenimiento de niveles adecuados de existencias tendría efectos positivos en los gastos de almacenaje, la obsolescencia de las existencias y la eficacia operacional.

Entre los motivos citados para suprimir productos, ya sea por un órgano legislativo o por la Secretaría, figuran, entre otros, la obsolescencia, la utilidad marginal o la ineficacia.

Esos bienes se pasaron a pérdidas y ganancias como resultado de accidentes, daños causados por fenómenos naturales, obsolescencia, deterioro por el uso y reparación antieconómica.

Esas concordancias también facilitarían la labor de determinar el valor, la cantidad y el tipo de los artículos que deberían pasarse a pérdidas y ganancias debido a su deterioro, obsolescencia o hurto.

A tales efectos, según el economista Joseph Schumpeter, debe recurrirse al proceso conocido como “destrucción creativa”, por el cual las innovaciones introducidas por los empresarios cuestionan las tecnologías y los productos de las industrias existentes, y provocan su obsolescencia.

Se consideró que, incluso a nivel de subprograma, la Secretaría tenía también muy pocas oportunidades de llegar a conclusión alguna sobre la obsolescencia, la utilidad marginal o la ineficacia sin arriesgarse a un conflicto con los mandatos legislativos existentes y que esa determinación se debía hacer a nivel intergubernamental.

Por consiguiente, se consideró aconsejable empezar por la aplicación de los criterios de obsolescencia, utilidad marginal e ineficacia al nivel más bajo de la estructura del programa, es decir, el nivel de producto, en el que era menor la posibilidad de desacuerdo con el propósito legislativo (véase A/C.5/33/13).